La última cena en El Coecillo León gto.

Eran tiempos navideños y todas las familias estaban unidas, incluso Don Fermín “el viejo mugroso”, “el viejo apestoso”, “el viejo payaso”, como todos le llamaban, estaba con los suyos, pues el mismo había ofrecido su enorme casa en la colonia El Coecillo León Gto, para la fiesta de la comunidad.

Don Fermín, era un anciano que ya no tenía a su viejita con él, es por eso que la mayoría del tiempo era gruñón pues se sentía solo.

Todo el año don Fermín sufrió de travesuras, malas caras e incluso amenazas de sus vecinos, sin embargo, el mismo invitó a toda su cuadra a la fiesta que iba a ofrecer el 24 de Diciembre.

Don Fermín prometió una espectacular cena, posada, y una piñata para los pequeños de las travesuras, es por eso, que toda la colonia decidió ir, todos esos que maltrataban al pobre anciano acudieron a su fiesta en la época más hipócrita del año.

Llegó la noche del 24 y los asistentes comenzaron a llegar con don Fermín, uno a uno, los iba recibiendo en la puerta de su casa con una bolsa de dulces de a kilo para cada uno, por ser dulces “baratos”, muchos de ellos hicieron mala cara al ser recibidos con un ¡Feliz Navidad! Del pobre anciano.

Ningún vecino agradeció solo iban uno a uno pasando a la casa de don Fermín, nadie se acercaba al anciano “mugroso”, y todos querían irse pues solo recibieron “dulces baratos”.

-Ya ve comadre le dije que este mugroso viejillo no tenía ni pa los dulces.- comentaban las vecinas.

Pero Fermín no dejaría que sus invitados se fueran como si nada así que comenzó a servir la Cena, el vino se veía exquisito y a diferencia de los dulces la cena lucía sacada de un restaurante italiano 5 estrellas.

Eran más de 20 personas reunidas en la casa del anciano, al que siempre insultaban,  o hacían malos gestos, don Fermín no aguantó más la hipocresía y sin ayuda colgó la piñata.

Uno a uno los pequeños pasaron a apalear la piñata, pero no se rompía, uno a uno pasaron entonces los adultos, hasta que al fin Javier el joven que siempre le gritaba “¡ya báñese!” al anciano, la rompió.

Todos quedaron sorprendidos al ver que lo que caía de la piñata rota no eran dulces, si no sangre, e intestinos de cerdo, todos quedaron boquiabiertos y empapados en sangre y vísceras de puerco, doña Lety la que dijo que Fermín no tenía ni para los dulces, vomitó encima de su nieto Iker de 2 años en repetidas ocasiones.

Entre los invitados resbalándose en su propio vómito, niños llorando y señoras invocando a Jesucristo cada 2 segundos, fue ahí entonces que Fermín tocó su copa 3 veces pues iba a hacer un brindis:

 “Aquellos que hoy me acompañaron, bebieron, y comieron a mi lado, son los mismos vecinos que siempre me menosprecian, insultan y amenazan, hoy han bebido un rico vino el cual contiene veneno de benzeto, hoy han comido de mi rica cena la cual también tiene veneno, disfruten esta navidad al lado del “anciano mugroso” pues les aseguro es la última, por el veneno, les han de quedar unas 12 horas de vida, aprovéchelas Lety coma “dulces baratos”, aprovechalas joven Javier “bañate” hasta el cansancio , y vivan su último día, pues ese es el regalo que hoy les doy”, sin más palabras Fermín cayó de Rodillas y falleció con una sonrisa maquiavélica.

Los invitados quedaron en shock, se miraban unos a otros y todos comenzaron a hacerse vomitar, otros cuantos hicieron caso a las sabias palabras del anciano, salieron de ahí con lágrimas en los ojos y corrieron con los más cercanos para “despedirse”.

El cuerpo de don Fermín no se encontró jamás, los invitados no murieron, sólo algunos quedaron con “secuelas psicológicas” y otros más reportaron granos en el ano, pero lo que si murió, fue su hipocresía, ¡feliz navidad te desea don Fermín!.

Redacción DCN.