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El día en la caverna del cuco

Era un 4 de agosto y tenía como objetivo recorrer en bici de montaña el cerro del cuco pues dicen que se presta muy bien para este tipo de actividad, esta vez iba solo pero obv

Era un 4 de agosto y tenía como objetivo recorrer en bici de montaña el cerro del cuco, pues dicen que se presta muy bien para este tipo de actividad, esta vez iba solo pero obviamente había anunciado de mi viaje a mis hijos y varios familiares, para evitar una de esas historias en las que el tipo se pierde y muere, o esa película donde el protagonista se corta el brazo para poder salir de entre las rocas.

Mi historia se basa más en la experiencia paranormal, hechizo o maldición que viví, por fortuna no me tuve que quitar el brazo ni tampoco fallecí, pero ese día me pasó algo que cambiaría mi ateísmo en una fe inmensurable.

No te aburriré con mi historia de vida, pues no tiene nada que ver con esto, además de ser muy “común” no aportaría gran cosa a la historia, simplemente soy un Sr al que le gusta andar en bicicleta, ya sea en pista o en montaña siempre me ha encantado el pedalear a fondo.

Recuerdo que ese día luego de avisar a mis hijos que iría allí se preocuparon un poco, pero es un lugar que conocemos como la palma de nuestras manos, pues iba con ellos muy seguido a esa parte de la sierra y mi esposa nos acompañaba, siempre lo hizo hasta que pudo.

Durante la bajada por la sierra me llamo la atención algo que nunca antes había visto por esa zona, era un tipo de caverna con una entrada bastante pronunciada como de 3×3 en forma de arco, mientras más me acercaba más parecía crecer, algo en su interior brillaba con gran intensidad, parecía fuego pero dorado, no sé cómo explicarlo realmente pero era muy brillante.

Me pareció muy extraño pues conozco cada árbol, roca y monte de este cerro, pero esa cueva nunca la había visto en mis más de 38 años que tengo de conocer a este lugar.

Justo al entrar el brillo que salía de la caverna se disipó poco a poco, hasta apagarse dentro de un tipo de talismán o hebilla de cinturón, tenía una forma hermosa como de un sol estilo medieval, muy extraño para el rancho en el que nos encontramos.

Al tomarlo una niebla blanquecina nubló la entrada, aún se alcanzaba a ver el exterior pero era casi indistinguible, honestamente sentí un frío helado recorrer mi espina dorsal en ese momento, mil ideas se me vinieron a la mente, mil películas, libros e historias, y a mil por hora me iba el corazón.

De repente el talismán empezó a emitir un tipo de luz dorada hacía dentro de la cueva, era como un rayo de luz pero muy tenue, parecía más como aire con color dorado que apuntaba hacia una dirección.

No sé por qué pero ese talismán me recordó mucho a mi esposa, pues la cara de ese sol me recordaba un poco a la suya, fina y con ojos misteriosos, tal vez por eso es que decidí seguir esa luz que me guiaría a mi destino.

Siguiendo por la caverna me encontré con una zona con cabañas, todo era iluminado por cuarzo morado, era hermoso, sin embargo al entrar me encontré con una escena desgarradora, era el funeral de mi abuelo, conmigo de niño llorando en su velorio, me entró un miedo indescriptible en el estómago volví a sentir lo que sentí cuando él se fue.

Algo mágico pero aterrador pasó, mi abuelo se levantó de su cajón y me sonrió, en ese momento sentí una paz enorme, y le dije “te extraño abuelo”, para mi sorpresa el me respondió, “tienes que dejar ir hijo, dejar ir no es olvidar, es sanar, ten fe”.

Justo en ese momento una nube dorada estalló y donde estaba mi abuelo encontré el segundo talismán, una luna.

Este talismán ahora me guío hacia un nuevo camino, que sin dudarlo seguí, no sin antes dejar ir realmente ese sentimiento de pérdida por mi abuelo y cambiarlo por los bellos recuerdos que me dejó.

En el segundo paradero toda fue una bendición el cuarzo que iluminaba era rosa pero rosa mexicano, aquí estaba Mica como le decía a mi esposa de cariño y lo mejor es que estaba completa.

Corrí para abrazarla pero ella me detuvo y me dijo: “Lo estás haciendo bien, sé feliz, sé tú, sé ese del que me enamore y no mires para atrás, solo honra nuestro amor con tu felicidad”  después de eso Mica me abrazó en un momento que fueron décadas, y no es una metáfora si no que literal vi pasar frente a mis ojos años de vida, la entrada a la cueva apareció y a través de la blanca neblina se podía ver como pasaban en fracciones de segundo los días y noches, en segundos las estaciones del año y en un momento décadas, nuestros cuerpos iban envejeciendo en el abrazo, no hicieron falta palabras, nuestra piel se hacía cada vez más arrugada y terminamos siendo dos esqueletos abrazados, luego del abrazo en décadas me dio un beso en la frente y justo después desperté en la entrada con la forma de su talismán plasmado en mi pecho y el de mi abuelo en la espalda.

Desde esa experiencia vivo mi vida sin temor a la muerte, volví a amar pues al final del día todos vamos en un tren con un mismo destino, lo importante es ser feliz en el trayecto.