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La Helada y Maldita Madrugada

Yo soy un taxista trabajador de la zona del bajío, el fútbol ha sido siempre mi pasión y mis pequeñas mi razón de vivir, es por eso que a veces tengo que trabajar de madrugada pues quiero lo mejor para ellas.

Hasta aquella noche, esa que me hizo pensar si realmente el dinero es lo que hace feliz a la gente, corria casí la 1 de la madrugada, pare en un puesto de “tacos para borrachos” y dispuse de unas buenas tortitas, lleno de energía salí y seguí “chingandole” pues es lo que mejor se hacer.

Eran ya altas horas de la madrugada, las 3:01 lo recuerdo perfecto, circulaba cerca del metropolitano, con nada más que unas buenas cumbias, vi el reloj de mi estéreo, y justo cuando voltee la mirada al frente, vi un delgado brazo haciéndome la parada con billetes en la mano, frene de golpe pues la mujer estaba bajo la banqueta.

La señora se subió en la parte trasera, al mismo tiempo que respondía mi saludo de buenas noches con una voz cortada y constipada, como si hubiese estado llorando.

-Buenas noches Srita.-

-Bue..ee.nas, para ibarrilla por favor cerca de la quinta.-

-Fuimonos pues!.-

Luego de un par de minutos mi carro empezó a oler algo rancio, como a manzana podrida, como si hubiese pasado un camión de esos de la basura, comencé a bajar mi vidrio de la puerta, pero a la “señora” no le pareció.

-¡¡¡Cierra!!! – gritó la mujer.

Yo me cagué de coraje, pero a final de cuentas era un cliente y al cliente lo que pida, además por billetes extra quien no lo hace, eso pensaba hasta esa noche.

El olor subía de tono, la mujer emitía una vibra horrible, la sentía fría, hacía frío, cada vez más frío, incluso recuerdo que los vidrios de mi carro se empañaron como si estuviese lloviendo afuera, comencé a sudar frío y a sentirme extraño, recordé los malos momentos que me hizo pasar el dinero, todo era desesperación y presión en mi cabeza, intente buscar algo bueno pero solo pensaba en dinero, hasta que recordé algo que me cambió la vida, la risa de mis gemelas.
-¡Papá!, ¡Papá!.- escuché en mi cabeza eso y las risas de mis gemelas.

¡¡¡Tannnnnnnnnnnnnnnnnnnn!!!!
Era el clacson de una van que venía hecha la madre contra mí, solo pensé en volantear, una milesíma de segundo pasó, mire por el retrovisor mientras volanteaba, y mi sangre se volvió a helar, era “la mujer” susurrándome al oído en un lenguaje extraño, mientras me tomaba del cuello, sus manos estaban heladas y en los huesos, y su rostro parecía el de un cadáver con semanas de haber muerto.

Alcance a salvarme del impacto, frene y salí del carro, cuando baje y vi la parte trasera de mi nissan la mujer ya no estaba, solo había billetes que ni siquiera toque.

Había estado embrujado, no era una mujer, era la muerte y venía por mí, ella indagó en mi cabeza para ver si valía la pena perdonar a alguien como yo, pero realmente lo que me salvó la vida fue la risa de mis gemelas, tal vez pensar en ellas, le hizo a la muerte saber, que vale la pena matarme trabajando para darle vida a los demás.

Llegué a casa le di un beso a mis gemelas y dormí, curiosamente, como nunca.

El dinero al día siguiente apareció hecho carbón pero la sonrisa de mis pequeñas era oro puro para mi.

2 respuestas a «La Helada y Maldita Madrugada»

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